Época: Arte Antiguo de España
Inicio: Año 500 A. C.
Fin: Año 150 D.C.

Antecedente:
Arte celtibérico

(C) Joaquín Barrio



Comentario

Al día de hoy es posible referirse a tres grandes corrientes culturales a partir de las cuales se configura el que venimos denominando arte celtibérico. La primera de ellas, el sustrato local, se constituyó con toda su fuerza desde los últimos momentos de la Edad del Bronce, conocida como la cultura de Cogotas I, apareciendo ya modos de manufacturar cerámicas y metales de cierta singularidad, y por supuesto aspectos ideológicos de tipo antiguo de tanto peso como por ejemplo la pervivencia de la inhumación ritual o la existencia de cultos en lugares abiertos -nemeton-, que darán como resultado posterior algunos santuarios en espacios naturales de gran significación (Ulaca, Peñalba de Villastar...). En definitiva, un sustrato común que hará posible establecer cierta afinidad en algunos elementos estéticos entre todos los pueblos que habitan el centro y el occidente de la Península Ibérica.
La segunda corriente cultural tendría su filiación en elementos de Campos de Urnas de la Edad del Hierro, con un camino de penetración, que no de invasión, desde el Noroeste y el Valle del Ebro, arrastrando modelos materiales emparentados con los de las regiones de Centroeuropa. En esta línea es posible atribuir la introducción del ritual incinerador, el hierro como nuevo metal, buena parte de los tipos de su armamento, algunas formas cerámicas y, sobre todo, ciertos aspectos de la configuración urbana de sus poblados. Así, por ejemplo, el esquema urbano de disposición de las viviendas de planta rectangular pegadas al muro defensivo y en especial un sistema de defensa mediante piedras hincadas delante de las murallas, también conocido fuera de nuestras fronteras con el nombre de caballos de frisia. Tampoco quedarán fuera de esta corriente rasgos de su ideología evidenciados en el proceso de jerarquización social, la asunción de una elite militar, la organización clientelar, o la formación de algunas divinidades de su panteón.Y un tercer canal de influencias que podemos definir de raigambre meridional y mediterránea. En las primeras centurias del primer milenio será evidente la llegada de elementos tartésicos o de origen colonial canalizados por la intermediación de éstos, para en siglos posteriores, una vez que se ha consolidado la cultura ibérica, ser el contacto con este mundo ibérico el que permita una asimilación mayor de elementos mediterráneos. No sólo es la nueva técnica de producir cerámica mediante el uso del torno alfarero, el horno de fábrica de tiro controlable y la pintura precocción, que servirá a los alfareros celtibéricos para crear estilos propios, o buena parte de los modelos y procedimientos de su orfebrería. Otros caracteres tan sustanciales como la escritura, el progreso en las formas de vida urbana con algunas obras ya monumentales y las monedas, mantienen esta misma filiación ibérica, como aporte sustancial para la consolidación de la cultura y estética celtibérica. En este sentido, tendría cabida la idea expresada en los textos antiguos, al considerar lo celtibérico como una mezcla entre lo celta y lo íbero.

En fin, partiendo de un análisis detallado de todas las manifestaciones artísticas reconocibles en el gran ámbito cultural de la Celtiberia, puede intuirse que su artesanado, en definitiva el grupo de especialistas responsables de esta producción al no poder hablar nominalmente de ciertos maestros, demuestra a través de su conjunto estético una formación compleja debido a la influencia recibida desde diversas direcciones, por lo que será posible diferenciar sus piezas de las de otras áreas del mundo céltico. No obstante, también aquí llegan objetos, casi siempre elementos de prestigio para su elite guerrera (cascos, espadas largas con sus vainas decoradas, cuchillos...), importados del núcleo de la cultura de La Téne. Para concluir que, como muy bien ha apuntado M. Almagro-Gorbea, en la creación artística de este mundo del interior, aunque en él se hayan asentado técnica y formalmente elementos de raigambre ibérica, siempre dejan traspasar un modo de sentir estético genuinamente céltico, que se impone más allá de la presencia romana en esta zona. Por tanto, entendiendo lo celtibérico como un proceso de maduración de todo el bagaje de elementos recogidos en su tradición.